lunes
EN LA POÉTICA DE LOS ESPACIOS del MTRO. EDMUNDO CALDERON
In memoriam por su amistad.
La mezcla es síntoma de vivencia. Si la magia cotidiana permite visitar una sincronía de elementos, entonces podemos hablar de creación o invención, pero ese mecanismo es el que verdaderamente proyecta ese “ todo” y “nada” que llevamos a cuestas. Cuando se invierte productivamente, cada idea, cada pieza del rompecabezas, puede ser una gran aventura plástica. Las ráfagas intuitivas que transforman día a día la vida interior en un juego de perspectivas entre pasado y futuro, proyectan ese otro juego de imágenes que unidas a un núcleo primitivo de elementos se sincroniza. Subyacentes o no aparecen la pintura como materia, la música que reviste a las formas de sensaciones, el espacio como búsqueda; poesía y distancia como soledades del poeta; estimulo cambiante e incontrolable, el movimientos a través de colores, pulsiones, cambios de luz..., perspectivas todas que estructuran el “.... títulos de obras , esos paisatge de la nit i de la música...” ; la génesis o ese ir hacia un lugar sin tiempo.
En la obra de Calderón se experimenta la necesidad de construir, que nace del retorno a unas emociones o un estado psicológico primario. Son esos carriles de la infancia que señalaba, Cesare Pavese, esa vida interior que ha sentido desde siempre y comporta unha serie de signos vivenciales para expresarse. Todo un mundo ya implícito en la propia naturaleza perceptiva que, a través de fugas románticas, accede al mundo de la creación como un proceso casi incons-ciente que él define como “mecanismo en el inconsciente que se mueve constantemente y exprime ideas como pasadas por un filtro. Hay una mezcla de todas estas cosas que se ven y piensan, pero los cuadros te llevan hacia otro lugar. Se establece una lucha y un pacto.
Detrás de las palabras, detrás del paisaje... está el cuestionamiento. Detrás, incluso, de los nuevos expresionismos y la primariedad gestual, aparece la génesis de una vivencia, de un sentimiento o un estado psicológico perfectamente estructurado. La emoción saturada desprende ese lenguaje tan particular donde paisajes sin nombre tienen todo una escenografía de ceros, círculos, tachas, cruces, manchas, calig4rafías, gestos furtivos, formas irregulares, cambiantes, mutables... De espacios triangulares o formatos que rompen una estructura convencional. Pavese decía que “crear una obra es transformar en absolutos el tiempo y el espacio(:::) lo que se llama contemplación ( su carácter poético) es el paso del plano empírico al poético”.
El tiempo y el color determina esos pasadizos plásticos, en los 60as eran un poco más cósmicos, más indetermindos e inexistentes, pero ahora se acercan más a lo posible. Son más próximos e incluso poéticos. Busca más la intensidad de la luz, el color y los momentos o estados del tiempo. Pero siempre buscando esas cosas perdidas, cosas que sólo existen allí. Llegado a este punto se podrá acentuar la sensibilidad romántica de este artista, heredero de la última etapa d Turner, pero la introspección creativa que busca lo insólito, en él se invierte y crea mundos insólitos que desembocan en ella. Hay una riqueza de sobreentendidos- signos como laberintos, cuadros, manchas...-, de sentidos que se recortan de nosotros mismos. Secretos, enigmas, mutaciones vivenciales, que sobrepasan la superficie de las cosas y, separando la piel, penetran en una sincronía de movimientos entre alusión directa- materializada en un signo- e ilusión de espacios, de perspectivas inacabadas, de pulsaciones gestuales, de manchas... Son los que mezclan y proyectan esa ambigüedad necesaria en toda obra de creación.
A los pies del Xinantecatl
2003