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LA MISTERIOSA TANGER


FOTOVIDEO de Luz del Alba



Provocadora de las más elementales alusiones, esta puerta entre África y Europa. Atrajo en los dos últimos siglos la mirada curiosa y ávida de un sin fín de poetas,pintores, novelistas y cineastas que llegaron de distintos continentes, y han alucinado con su maquina de escribir o su pincel de pelo de camello, imantando la brújula de su imaginación. La Medina - con sus recovecos y entresijos-, la Alcazaba, zocos, bazares, fondas y alcaicerías componen, a unos pocos kilómetros de Europa a vista de pájaro, según el GPS, un mundo exótico, cuyo brillo acude una amplia gama de forasteros desde los pintores africanos hasta los poetas de la generación beat.

Como no quedar atrapada por ese exotismo y la novedad de sus componentes y sus rasgos difíciles de asumir. Muchos de los escritores y artistas no salieron nunca de su fascinación de Tánger y la convirtieron en un estereotipo. Los americanos famosos que visitaron Tánger hace medio siglo ya no están a excepción de Paul Bowles, y las huellas que dejaron en la ciudad se reducen a un puñado de fotografías.

A Targer dicen, se le debe ver en posición inversa y con una mezcla de visión romántica, de esas labores minuciosas que hace un forastero, como descifrar el idioma del idioma y domesticar del espacio urbano. Guiados por instinto y recorrerlo a diario, como un agrimensor y aveces hasta con un hilo el dédalo de la Medina, trazarlo y corregir los planos que se logren al día y luego transcribir el rótulo de las callejas y los nombres de las pensiones, comercios y cafetines. Hacer pues, una nueva forma de transformar los códigos centenarios para cualquier tangeriano por uno nuevo y original para cada uno de los forasteros.
No sé, si es más grande el misterio y asombro de sus casas y formas de vida o que ya no nos sorprenda la otra cara que se ve al lado de los complejos turísticos de la bahía o cabo Espartel, en donde la orfandad, el desempleo, la miseria, el uno y mil oficios que prevalecen de una gran parte de su población, en donde la cotidianidad de los desfavorecidos es la materia prima de muchos “intelectuales”, que desde el “El Café París” escriben sus bitácoras, biografías o novelas.
El forastero, recorre el centro y callejea por la Medina, se ve inmerso en la marea de tangerinos y de inmigrantes venidos de toda Europa, no se asombra de los cambios que ha habido a lo largo de los años porque siempre se han visto a esos transbordadores blancos y esbeltos desde la lejanía, cuando cargan y descargan millares de pasajeros y vehículos en ese vaivén entre Tánger y Algeciras. Así como tampoco se queja de tropezar con las banquetas rotas, las calles llenas de hoyos y baches, los contenedores malolientes y repletos de desechos en los que se zambullen los más pobres venidos del campo o los guetos de las periferias, Pero, ahí está esa energía que tiene el puerto con sus desigualdades brutales y la presencia furtiva de subsaharianos que esperan dar el saltito para la soñada Europa, los niños que merodean todo y tienen a veces las manos de colores porque han venido de entintar telas sus sonrisas de felices pidiendo alguna céntimo, todo se entrelaza entre las incontables terrazas blancas y azules y verdes y de lo que te imagines ocupada por hombres ociosos tomando el the o fumando la pipa, con un tráfico intenso y ruidoso, con la nueva moda de Chilabas con sacos y feces y cuando se vas al mercado las mujeres deambulan de una verdura a otra con sus pañuelos de las rigorosas.
Y sin embargo, ¡y ahí está el milagro!, el atractivo y originalidad de Tánger no sucumben ante tanto contraste y desidia. La luminosidad del aire, la superposición de planos blancos de la Medina vista de la playa o abarcada desde la Alcazaba, el panorama grandioso del café de la Jafita, conservan toda su fuerza impregnadora y única. el conjunto es magnífico: una paradoja que roza el prodigio. Será éste, se dice uno, el auténtico misterio de Tánger que avala la leyenda de lo escrito por otros que llegaron un día y se quedaron?