martes
SERES DEL SUEÑO
Etres du sommeil
La ley de la seducción es,
ante todo,la de un
intercambio ritual
ininterrumpido
Jean Baudrillard
En el mundo “exterior” no es posible encontrar situaciones blanco/negro, lo cual es una lástima, pues el blanco y el negro son límites, son “situaciones ideales”. El negro es la ausencia de luz, el blanco es la presencia total de luz. Negro y blanco son “conceptos” de las teorías ópticas. Si existiera, podríamos analizar lógicamente el mundo. Si pudiéramos ver el mundo en negros y blancos, entonces todo en él sería o negro o blanco, o una mezcla de ambos, de tal forma que un mundo así no resultaría en color, sino en gris. Gris es el color de la teoría; Las fotografías en blanco y negro demuestran ese hecho: son grises, son imágenes de teorías y al hacerlo, colman de magia la teoría porque transcodifican los conceptos teóricos de blanco y negro en situaciones.
En esto consiste, de hecho, la belleza específica de tales fotografías: es una belleza propia del universo de los conceptos. Y dentro de esas aguas de los conceptos se han sumergido los exponentes de estás imágenes, al experimentar el impulso mecánico de la cámara ante dos seres oníricos de cuerpos develados.
Novalis nos recuerda que los seres del sueño solo existen cuando se les toca, lo que vemos aquí ha sido tocado por luz y sombra para volver en esa reversibilidad del artificio seductor en donde unos ojos atentos e hipnotizados se dejan llevar por la que dice frente al espejo “lo que quiero no es amarte, quererte, ni siquiera gustarte: es seducirte- lo que no significa que me ames o me gustes, sino que seas seducido” y entre ese vaivén del cuerpo y el deseo, los fotógrafos juegan en ese reto de traspasar el ritual carnal a otra forma de significar la feminidad y volverlo un discurso amoroso de fantasía al cuerpo y de ilusión al deseo.
En este proceso del acto fotográfico, alcanzan un punto importante de su impresión , una disuasión hasta un grado perverso de mortificación; y se tiene la impresión de que a fuerza de utilidad se quedan con toda la feminidad de la modelo , neutralizado por artimañas técnicas (pantallas empañadas, contraluces, flou voluntario o bulbos). Un ineludible momento de ensoñación, entendido como esa mirada privada en donde los sueños eróticos son fragmentos en blanco y negro que crean una situación de encantamiento.
La eficacia de utilizar un instrumento como la cámara no únicamente reside en que se haga mágico, sino en esa vertiente de poner el principio corolario que tienen las fotografías; el de mostrar, señalar, apoderarse por decirlo así de nuestros ojos y obligarnos a mirar algo en particular: “esto vi, y quiero que lo veas”, este es el derroche que hace fascinante entrar en el mundo de la cacería fotográfica siendo como el antiguo acto del cazador paleolítico en la tundra, solo que estos cazadores lleva su persecución entre su taiga artificial.
Está muestra será entonces un desafío doble; el control de luces y sombras y el encuentro con la experiencia viva de la implacable seducción que ha dejado tocarse por el ojo mecánico y el azar de la ilusión.