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Pedro Salvador Ale homenajeando a Mercedes Sosa
MERCEDES SOSA, UNA VOZ DE LA PACHAMAMA
Desde que se fue una de las voces de la Pachamama, Mercedes Sosa, todos los que amamos el canto más antiguo de la tierra, el canto de nuestra madre naturaleza, Tonantzin, la Pachamama, nos sentimos desentrañados, es decir fuera de las entrañas de nuestra tierra, extrañados, desmadrados, no estamos atados ya a ningún ombligo, sólo a la de la libertad del canto.
Mercedes Sosa, ya sin nombre en ese misterio de los otros mundos, le cantará a los ángeles la pura miel del agua terrestre, les dirá en su voz lo que era esto, lo que es esto, lo que puede ser este desamor por la vida.
Y así, me hace decirles, que me interesan más que nunca los cantores vivos, cantores de todo tipo: rebeldes sobre todo, trasplantados, trasterrados, tatuados en sus voces y amanecidos de poesía, esos trashumantes, buscadores por los caminos el humo de la cocina de la infancia.
Oh magníficos cantores entristecidos de mi América Latina, desde Rio Bravo hasta el Estrecho de Magallanes, cantores que no caben en las grabaciones y cada vez que sufren. -como ahora- la incomprensión y la mentira, un problema de la voz, el médico murmura- justo a mí tuvo que tocarme un cantor, una cantora, ¿ cómo se puede trabajar , curar, atrapar, recetarle la cama a una voz que no quiere cantar y contar la verdad?
Por eso, me conmueven los cantores fraternos, una especie en vías de extinción , los cantores fraternos tienen alas y las abren para abrazar cada vez que se encuentran con un amigo, el latido de sus corazones recuerdan el sonido del bombo leguero que tocaba Mercedes cuando sacudía el incosciente colectivo al cantar la zamba de Balderrama.
Y ahora, dónde iremos a parar si se apaga, Mercedes Sosa. Ella pasaba sonando el río de su voz desde la cordillera nevada hasta la llanura y luego hacia los montes olorosos a constelaciones.
Creedme Majestad,- le faltó escribir seguramente a Cristóbal Colón en su primer informe a la Corona- los campos de América son tan imprevisibles, tan espontáneos, que se esparcen semillas y brota un matorral de cantores sin tiempo ni edad.
Por lo mismo, me conmueven los viudos y las viudas cantoras, ahora con una voz menos de la Pachamama, sin la voz de Mercedes, que le canta a los ángeles, nos quedamos viudos todos, enviudamos de la voz de Mercedes Sosa, pero nos heredó nuestra propia valiente palabra.
Ahora que regresó a la tierra misma, a su propio espejo, a su propia entraña, a la Pachamama, buscamos en los cajones su voz, en los armarios, en los bolsillos de los sacos o de las camisas, debajo de las almohadas su voz, en la mesa de los bares y en las peñas, pero su voz, nuestra propia voz, cada día más y más necesaria, como el agua misma o el pan, está en las calles, en las calles está su voz.
Yo me pregunto ¿ qué pasa con la voz cuando no hay quien la exprese?
Esa voz irrepetible que no volverá desde la sangre de la garganta jamäs a vibrar y hacer vibrar la memoria de la tierra que nos contiene. ¿Cómo nadie me dice dónde va la voz , donde queda la voz de alguien que se va?
Me conmueve el corazón cantor de Mercedes Sosa, porque el corazón de los cantores es un poco de piedra y un poco de rosas, depende de las distancias que hayan amado y de los amores recorridos y de la velocidad que le hayan impuesto al recuerdo para luchar por las causas justas, me interesa y me conmueve, el hombre o la mujer que defienden las causas justas.
A veces me acuesto con la voz en su lugar y por la mañana está debajo de la cama, en el patio, bajo la lluvia o el sol, la voz, ese tipo de misterios me asombra.
Por ejemplo, me conmueve el cantor ciego de las calles del centro de Toluca, esas esquinas donde las voces de la ciudad se reunieron alguna vez alrededor del Che o de Fidel, en distintos momentos clandestinos, clandestinas sus voces, me interesa la voz de quienes me lo contaron, me interesan esos hombres y mujeres que preservan una memoria de voces y de encuentros y tienen claves, contraseñas, y saben guardar esos secretos hermosos, por ejemplo, la revolución.
Me conmueven los cantores de la primera y última edad, porque también son niños y viejos los que cantan, las voces de los desarropados, las voces desnudas, las voces sin zapatos, las voces de pañuelo blanco, las voces de obsidiana y las voces solitarias que llevan sus mensajes en los avisos clasificados, -una voz de la Retama anhela otra voz de la Nueva Oxtotitlán, abstenerse intermediarios.-
Me conmueve la voz del zócalo, de cualquier zócalo, muchas voces en una voz, corazón de sacrificio encendido.
Asimismo, no me gustan los cantores que hacen cola en las puertas de los funcionarios que dicen tener los boletos para entrar al paraíso; en cambio me gustan las voces de los hermanos del canto que se encuentran cantan juntos y ya está, como están esta noche, encendiendo otras voces.
Me conmueve la voz de los poemas, de los espejos, de la fruta que luchó hasta donde pudo contra el filo, me gusta la voz de los compañeros de los buenos días en la lucha y de las malas noches, esos que tienen los pies en la tierra y la cabeza en lo alto, y por las manos y los pies escuchan el mensaje de la Pachamama.
En cuanto a mi propia voz, está atravesada por las canciones de los compañeros del canto, y me gustaría que mostraran sus voces, Mercedes Sosa, los escucha. Y nadie debe llorarla, porque a ella como a nosotros no le gustaban las despedidas, todas terminan en la distancia, y nadie quiere estar lejos de lo que ama.
Por eso, yo también me confieso cantor desde mi poesía, en estos días caóticos y violentos, y digo que nadie debe llorarla, sino cantarla con valor porque así es como se canta, mientras el vino estalla en fulgores,
así es como se canta, con la palabra amor sobre el mantel del aire, así es como cantan los pájaros cantores , el pájaro cantor ya no está, pero su canto quedó como un pan en el mantel del aire,
así es como rugen los instrumentos , el tiempo quiere borrarlo todo, esa tempestad de arena hecha de segundos, quiere borrarlo, enturbiarlo todo, pero no puede con la canción,
así es como suena la vitrola y comienza Mercedes, así es como se canta una canción, con los ojos cerrados para escuchar el dictado del corazón, sabiendo que el río y el cielo son iguales, o que el cielo y la tierra son iguales, porque queremos la tierra en el cielo y el cielo aquí en la tierra, y eso se llama justicia, así es, así es como se canta, con el corazón del río por delante, como cantó Mercedes Sosa, cantando, cantando todo el cielo reflejado por esta tierra,
así es como caemos, como lluvia cantando, pero traemos de lo alto la luz del canto,
así es como pasan volando las canciones, desaparecen y vuelven, siempre vuelven las canciones, verdad Mercedes? Pachamama, verdad que vuelven?
Pedro Salvador Ale, Toluca, Edo Méx, 25 de noviembre del 2009