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LAS CAMPAÑAS DE UN NACIONALISMO ARRINCONADO

Por Luz del Alba Velasco

El nacionalismo mexicano surgió como consecuencia del sentimiento antiespañol de la clase criolla que tuvo su génesis al encontrarse confinada, como clase social, de los puestos públicos por los peninsulares, sentimiento éste que fue cobrando fuerza al estimular el pasado indígena y la exaltación de ciertos elementos de la religión, concretamente el guadalupanismo en el exceso de llevarlo como entandarte para el movimiento de independencia. Conceptos patrióticos que nos heredaron como: “orgullo que uno siente por su pueblo”, y el nacionalismo: "expresión de una reacción frente a un desafío extranjero, sea éste cultural, económico o político" distinción que se considera atinada, por ser términos que con frecuencia llegan a confundirse, debido a que el patriotismo constituye un elemento indispensable en la formación del nacionalismo. Sin embargo el estancamiento que sufrió en el siglo XVIII y XIX fue debido al rechazo de los pasados indígenas y colonial, por parte de los ideólogos liberales así como de sus adherentes populistas.

Años después, siendo ministro de educación, José Vasconcelos convocó a los pintores que se encontraban en Europa o Estados Unidos de Norteamérica, para decorar los edificios gubernamentales y dar sentido a la Revolución de 1910. Entre ellos Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Por primera vez se expresaba pictóricamente a los indígenas de una forma diferente; frente a las injusticias cometidas durante la Colonia, las Fiestas Populares, así como reivindicaciones sindicales o ideológicas desde el indigenismo hasta el marxismo dado la implicación de algunos pintores y sobretodo la reafirmación de la propia identidad a través del nacionalismo.
En el albor del siglo XXI el nacionalismo ha rescatado y desplegado valores extraordinarios del pueblo, pero lo suyo no es el desarrollo civilizatorio la certificación de leyes, historia y cultura nacional que con otras fuerzas se enfrentan incómodamente en un paisaje social, económico, político y cultural unificándolas de mala manera y con otras realidades del Estado Mexicano como para recordar y no olvidar que tenemos:
Un gobierno usurpador en un acto de ilusionismo que formalmente le permitió declararse Presidente de México.
Un país capturado por monopolios, oligopolios, sindicatos y medios de comunicación.
Un clima de encono y de confrontación permanente.
El Aumento de la informalidad, la migración y la inseguridad.
Un sistema bancario en el poder de los extranjeros.
El privilegio administrativo para el control de la inflación.
El olvidó del crecimiento y la generación de empleo.
La insolente privatización del patrimonio petrolero.
El desastre agrario.
Los intocables políticos de izquierda y derecha con su Hummer blindada.
Rezago educativo de 1.3 millones de indígenas entre seis y catorce años de edad.
Desnutrición en uno de cada seis niños en el medio rural.
Ecocidio en Reservas nacionales .
El compadrismo como ley de liderazgo sindical.
Los guardias blancas y los judiciales que descabezan.
El tradicionalismo de la sociedad respetable contra la despenalización del aborto.

Los nuevos iconos “mexicanos” como:

El rescate de identidad con el símbolo Guadalupano de la virgen étnica.
Una Frida cada vez con mayor testosterona.
Doña globalización al ritmo de la moda, el mandato y la urgencia de comprar un Tommy Hilfiger para sentirse de clase superior y para gente blanca.
Los símbolos patrios pudriéndose en el archivo de la nación en Lecumberri.
Las telenovelas tequileras
El desmadre como gran vinculó futbolero nacional.
Los Récords Guinness del taco o guarache más grande del mundo
El hábito culinario de Mc Donals o Coffee Station.
El sincretismo al que reemplazará otro sincretismo
El Halloween por del Día de Muertos.
Los corridos de la Revolución Mexicana por los narco–corridos
El "¡Viva México, hijos de la Chingada”.
Los Festivales “culturosos” con las estrellas televisas de los niños Tatiana y Belinda.


Y los héroes del México neoliberal como:

Los miles de estudiantes rechazados en preparatorias y universidades.
Los campesinos encerrados en cárceles de alta seguridad.
Los ilegales con su utópica lealtad incondicional a México.
Las reivindicaciones de feministas y homosexuales.
La presencia del Movimiento Indígena Zapatista
Los maestros y sociedad Oaxaqueña.
La gente que escapa pero que ya hay muro.
La sobrevivencia de los pensionados como "una bomba de tiempo”
Los obreros y mineros como materia prima.
Los poseedores de conciencia por la búsqueda continua del Aztlán.
Las muertas de Juárez y niños en manos de pederastas.
El indocumentado que muere en el desierto de hambre y de sed.
La demolición del idioma Español.
La ayuda a los damnificados por las inundaciones y desastres.
Los adelitos en el monumento de la revolución.
La resistencia que no tiene miedo.

Es pues, este nacionalismo arrinconado por la crisis total de la política vaciados hoy de toda conexión con lo social, lo ético y lo cultural, está muerte total que trata de reafirmar su propia identidad como Patria y Nación, eso que Samuel Ramos identificó como el problema más grave, situado en la educación, y que llamó nacionalismo vacío “en donde al no haber armonía entre el hombre que sabe y el ambiente que lo rodea producía muchos fracasos, tanto, que cuando se volvía colectivo agravaba el sentimiento de inferioridad”.
Ahora el neoliberalismo actúa con sus armas implacables ante la extrema fragilidad financiera del país y el poder hegemónico de la industria cultural globalizada. Son estas campañas de nacionalismo que pierden sustentación al tener una mayoría de población rehén de los partidos políticos que sólo representan la agonía y la desesperanza para todos estos mexicanos portadores del mínimo bienestar y sin movilidad social.