martes

EN EL UMBRAL DE SU BABEL



A Jean Nicolas se le conoció en México, como un magistrado gentil en su oficio de director de la Alianza Francesa, pero luego de un rato de su estancia por estas tierras de montes humeantes, nos revelo su pasión por atrapar el alma del barro de estos territorios, de entrar al recinto donde los dioses mexicas escucharían su poesía traída de su entrañable Bretaña y sus andanzas sudamericanas.

Entonces los cenzontles le cantaron una alabanza y llovieron flores, fue así que Jean Nicolas, miro extasiado con la elocuencia de saber lo que es la felicidad tendida en el manto de la mano que acaricia la tierra y al formar sueños con los susurros de la diosa-mujer, quedando tallados por su luz boreal en piezas escultóricas que por su simetría nos hacia imaginar a un chaman que hace trueque entre el barro y el espacio.

Trastoco ese abalario y miro la muerte cocida en fuego y transformo el lodo en hombres , mujeres y monstruos trepando todas sus babeles vividas, cubriendo así su universo con diseños geométricos, no haciendo falta que fueran exactos. Solo totalizados sobre el modo de su espacio interior.

Nos manifestó que en la herramienta escogida, habito su espacio vital de acuerdo a las dialécticas de su vida, como se enraizó de día en día en “un rincón del mundo” , y es así como en este material podemos ver a un hombre de corazón que parece decirnos que a soñado con un nido en donde los árboles rechazan la muerte.

Quienquiera que vea estas figuras comprenderá que no ha nacido de un capricho ni de un intento juguetón para encontrar formas. La necesidad de expresarse lo ha creado, porque en la inspiración y el trabajo, se iluminan si se consideran sus dos polos: el alma y el espíritu este que va del ensueño hasta la ejecución.

Como no dar cuenta de la majestuosidad del umbral, con esos cortes que Nicolas ha hecho de sus materiales, y como no sorprenderse al definir ese umbral como el lugar geométrico de las llegas y las salidas, en donde sabía que la muerte no tiene más misterio que la vida, y por eso alzó la torre más alta de su babel y lo lanzó al candente y quemante corazón del fuego, por eso sacrifico su propia voluntad para ayunar en el silencio del umbral, y por eso ahora les brinda a este pueblo lejano, este otro canto del barro solar , ajorca preciosa de cascabel y sonaja.


Luz del Alba Velasco
Cabo Verde, Africa
2004